corrección ortográfica

Despacito y buena letra

«Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas» es una de las muchas frases célebres que debemos al poeta sevillano Antonio Machado.

Creo que el sentido de la cita continúa hoy vigente, aunque si Machado viviera en este siglo hubiera cambiado la referencia a la «buena letra», porque la realidad es que cada vez redactamos menos textos manuscritos.

La caligrafía no tiene prácticamente ninguna relevancia en el ámbito profesional a día de hoy. Tomamos a mano nuestras notas, que sólo nosotros mismos vemos y, en alguna oportunidad, podemos estampar nuestra firma en algún documento. Poco más, a no ser que seamos objeto de un estudio grafológico.

Sin embargo, sí que tiene importancia, y mucha, la ortografía, ese conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua. Más aún si lo que vamos a escribir va a ser visto y leído por otras personas. Porque también damos una buena o mala imagen a través de lo que redactamos.

Debemos tener en cuenta que los ordenadores (mejor dicho, los correctores de los ordenadores) no son, ni mucho menos, infalibles a la hora de escribir un texto pulcro, ausente de errores ortográficos, si no conocemos esas normas.

Uno de los errores más habituales lo encontramos en las oraciones interrogativas indirectas. Nuestro PC considera igualmente válidas las palabras que y qué, pero ya es cosa nuestra saber si debemos utilizar el pronombre relativo (o conjunción) que, o el pronombre interrogativo qué. Lo mismo sucede con la llamada tilde diacrítica, que nos permite diferenciar monosílabos como el (artículo) y él (pronombre personal), o con palabras homófonas (las que suenan igual pero se escriben de manera diferente) que se pueden escribir tanto con be como con uve. Está claro que el ordenador no nos va a advertir de cuál de ellas es la correcta para nuestro caso, porque para él lo son todas.

No me resisto a mencionar otros casos que sigo viendo en algunos textos, como por ejemplo el sobretodo que se cuela en lugar de la locución sobre todo, porque jamás lo vemos subrayado en rojo en nuestra pantalla. Y no lo vemos en rojo porque sobretodo es, en efecto, una palabra, sinónimo de abrigo o gabán.

O los nombres de los meses del año, de los días de la semana y de las estaciones del año. ¿Recordamos que se escriben con minúscula inicial? En inglés comienzan con mayúsculas, lo sé, pero ese es otro idioma y tiene sus propias pautas.

Lo mismo sucede con los signos de puntación. Si no conocemos las normas que debemos seguir, el ordenador no va a ser capaz de decírnoslo, porque las desconoce todas, incluida ésta, que es básica: nunca (sí, he dicho «nunca») debemos separar con coma el sujeto y el verbo de una oración.

Así pues, emprendedores y emprendedoras, tened en cuenta que lo bonita, fea, estilosa, legible o ilegible que sea vuestra letra no va a tener la más mínima importancia. Pero sí va a ser clave que cuidéis al máximo vuestros textos (en presentaciones, páginas web, blogs, cartas…), para no cometer errores ortográficos. Vuestra imagen se verá, seguro, fortalecida.

María Jesús Bernal
CEIN

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