Emprender… ¿por necesidad?

Hoy quiero hablar del emprendedor por necesidad que, según el estudio Global Entrepreneurship Monitor (GEM), es aquella persona «cuya motivación principal para poner en marcha una iniciativa empresarial es la necesidad de crear su propio puesto de trabajo ante la falta de otras oportunidades laborales».

Recientemente he leído que, según el Estudio GEM Navarra 2015, algo más de una cuarta parte de las personas que emprendieron una iniciativa empresarial en nuestra comunidad en ese año declaran haberlo hecho por necesidad.

No me sorprende, ya durante mis años en el equipo del Estudio GEM en Navarra, que coincidieron con el inicio de la crisis, iba viendo su incremento paulatino… También lo veo en algunas personas que se acercan a CEIN para que les apoyemos en su proceso de emprendimiento.

En principio, un proyecto que nace de la detección de una oportunidad tiene visos de un mayor éxito que el que se emprende por la necesidad.

Pero pienso en …. digamos, Carmen y Nati. Dos emprendedoras que, tras 22 años trabajando en su empresa como técnicas especialistas, viven el cierre de su compañía y se encuentran en un mercado laboral que las considera “poco versátiles” y “antiguas en su técnicas”. La única vía que ven para poder seguir activas hasta el momento, todavía lejano, de su jubilación, es emprender.

Las conocí en la sesión informativa sobre los trámites para poner en marcha una empresa y enseguida pude ver el miedo y la gran aversión al riesgo que tenían. De hecho, no dudaron en apuntarse al primer taller Q1 de ciclo de la Aceleradora Empresarial, que empezaba a los pocos días, con la esperanza de que les ayudara a esclarecer en qué “se estaban metiendo” y medir los riesgo de la decisión que se veían obligadas a tomar.
Al principio, las cuatro semanas de duración que tiene el ciclo de la Aceleradora les pareció mucho tiempo. Ellas tenían una gran confianza en su profesionalidad (los clientes con los que habían trabajado las avalaban) y no necesitaban analizar la oportunidad de negocio. El hecho de que la empresa en la que trabajaban hubiera cerrado era por la mala gestión del dueño y no por falta de mercado.

A pesar de su reticencia inicial, continuaron trabajando con el grupo. El querer dar servicio a sus antiguos clientes fue su mayor incentivo. Y ya en la tercera sesión fue cuando se convencieron de que el foco de su trabajo no debía estar tanto en mejorar lo que ellas creían que fallaba en su trabajo, sino en conocer bien a su cliente (presente y futuro) y buscar su propuesta de valor en lo que realmente necesita y aprecia.

En la cuarta sesión, tuvieron su momento de crisis. No sabían cómo ampliar clientes y ya no estaban seguras de que tanto trabajo fuera a dar sus frutos… Y la “fuerza del grupo” emergió facilitando nuevas vías de aplicación y algún primer contacto con el que contrastar pero, sobre todo, hizo algo que yo no podía provocar en ellas: comprendieron y compartieron sus vivencias durante este proceso.
Hacer los números de su proyecto les aporto claridad y concreción. La inversión inicial no era mucha, lo que facilitaba el comienzo y reducía el riesgo. No obstante, les marcó hitos sobre la facturación mensual.

Finalmente, su paso por la sesión sobre competencias emprendedoras les resulto una experiencia que hizo aflorar sus miedos, pero también les aportó herramientas para potenciar sus habilidades para abordar el mercado.

La semana pasada hablé con Nati para saber cómo iba el proyecto y me anunció su puesta en marcha y que, a pesar de que tienen mucho por hacer, agradecían el apoyo recibido en unos momentos personales tan duros y la orientación y ayuda en la construcción de un proyecto que, poco a poco, pasó de ser su única salida a ser un redescubrimiento profesional y personal.

Miren Sanz. CEIN

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