Tengo una hipótesis…

«Tengo una hipótesis». Últimamente son palabras que escucho muy a menudo tanto a nivel profesional como personal y es esta posibilidad de unir estos dos ámbitos de la vida lo que me ha animado a escribir este post.

A nivel personal nunca me había parado a pensar en este concepto hasta que mi hija Eunate me lo hizo ver. Suelo acompañarla y sentarme con ella mientras toma su merienda. Además aprovechamos este momento para ver dibujos y relajarnos después de un duro día de cole. Dinotren es una de sus series favoritas y, si tenéis unos minutos libres, os invito a ver el siguiente vídeo desde el minuto 6.05 “Buddy has a hypothesis”.

«¡Tengo una hipótesis!»……..»¿Quieres decir una idea nueva que puedes probar?» Dos frases que se repiten en prácticamente todos los capítulos de esta serie de dibujos. La primera vez que la escuché pensé en cómo mi hija, con 3 años, estaba aprendiendo a pensar como un científico, exactamente igual que los emprendedores con los que todos los días me toca trabajar.

Y es que nuestro día a día está lleno de hipótesis. Parece que los dinosaurios también tienen las suyas…. «Creo que ellos (una tipología de dinosaurios) son más rápidos porque sus patas son más largas».

Y ¿no es menos cierto que cuando nos planteamos emprender lo que tenemos es una idea nueva que debemos probar antes de lanzarnos al mercado? Un ejemplo que suelo plantear en las sesiones con emprendedores. Cuando yo compro un regalo para alguien que me importa parto de la hipótesis de que lo que estoy adquiriendo, y para lo que estoy destinando recursos económicos y tiempo, es lo que esa persona quiere o necesita. Estoy asumiendo un riesgo y será en el momento en el que abra su regalo cuándo podré comprobar si efectivamente esa hipótesis era cierta o no. Pero, ¿qué recursos habré consumido si no he acertado con el regalo? ¿Tendré una segunda oportunidad?

¿Qué ocurre si actuamos de la misma manera cuándo hablamos de emprender y entregamos el producto/ servicio al cliente potencial sin haberlo contrastado antes? El riesgo crece de manera exponencial, porque seguramente los recursos de tiempo y económicos que necesitemos invertir sean muchísimo mayores. Y nos hacemos la misma pregunta. Si no estábamos en lo cierto ¿cuántos recursos habré consumido? ¿Tendremos una segunda oportunidad?

«Creo que mis clientes potenciales son pymes del sector agroalimentario».  «Creo que el cliente estará dispuesto a pagar por mi producto/servicio entre 100 y 200 euros». «Creo que el consumidor está deseoso de tener nuevas formas de consumir noticias».  «Creo que mi cliente prefiere adquirir el producto por internet»… Estas son algunas de las hipótesis que emprendedores con los que trabajo ya están probando, saliendo a la calle y manteniendo entrevistas con potenciales clientes, colaboradores, competidores, etc., antes de lanzarse al mercado.

Por lo tanto, si estás leyendo este post y pensando en emprender, mi consejo es que te pongas la bata de científico y comiences a redactar cuáles son las hipótesis de tu idea de negocio, tal y como lo hace nuestro amigo Buddy en la serie Dinotren. Luego habrá que probarlas, y para ello nada mejor que salir a la calle y enfrentarte con el que será tu posible mercado. Después de mucho tiempo asesorando proyectos, estoy convencida que esta es la mejor forma de reducir riesgos y crear empresas de éxito.

De todo esto nos habla Steve Blank es su libro El Manual del Emprendedor. Creador de la metodología de Desarrollo de Clientes, detalla cómo aplicar el método científico a la creación de empresas de éxito, rentables y escalables.

En CEIN recogemos las lecciones de Steve Blank y trabajamos con los emprendedores poniéndolas en práctica.

Y tú, ¿tienes una hipótesis? ¡Cuéntanosla!

Filo Valero. CEIN

Sin comentarios

Escribe un comentario

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER