“Si no cambiamos la cultura del fracaso, nadie se va a arriesgar”

Desde la primera edición, Cinfa está en la línea de salida de Impulso Emprendedor. Cuentan con más de 50 años de historia, más de mil profesionales y la humildad de afirmar que la única diferencia entre los proyectos emprendedores que hoy nacen en Impulso Emprendedor y Cinfa es una cuestión de “tiempo y maduración”. Julio Maset, director científico de biotecnología de este grupo farmacéutico, reflexiona en esta entrevista sobre el papel de los emprendedores, la necesidad de cambiar la cultura del riesgo en nuestra sociedad y el potencial de conectar a grandes empresas con pequeños proyectos que arrancan andadura.

¿Realmente piensas que Cinfa tiene similitudes con los proyectos de Impulso Emprendedor?
En su momento, Cinfa fue exactamente lo mismo: un grupo de personas que tuvo una idea y que decidió llevarla adelante. ¿Paralelismo? Es lo mismo con más tiempo de maduración. Todo lo que hoy somos tuvo su germen hace 50 años en unas personas que fueron los verdaderos innovadores y quienes vieron una oportunidad de negocio. Los demás intentamos seguir innovando todos los días y reinventarnos continuamente sobre la idea original.

¿Cuál es esa misión principal?
Recuperar el papel del farmacéutico en el desarrollo y fabricación de los medicamentos y su rol como asesor en salud para los pacientes. Hoy, el farmacéutico se ha convertido en un consejero sanitario y las farmacias en un establecimiento de salud, abierto muchas horas al día, donde no hay que pedir cita. El paciente demanda salud y no solo cuando está enfermo, sino también cuando está bien. Le preocupa el bienestar y, además, quiere inmediatez.

Y todo ello en un mundo cambiante…
Así es, por ello, Cinfa es una compañía que siempre intenta avanzar dónde estaremos dentro de diez años. Nuestro objetivo principal no es solamente vender el producto que ya tenemos, sino pensar qué querrá nuestro cliente dentro de una década.

Tratar de adelantarse al futuro ¿implica un gran riesgo?
Es muy fácil no asumir riesgos: hago lo que he hecho siempre y me blindo ante cualquier movimiento, pero el mundo no te permite blindarte. Tenemos miedo al riesgo, porque en esta cultura, el fracaso no se entiende, pero si no cambiamos la cultura del fracaso, nadie se va a arriesgar. Nuestro medio no está preparado para fomentar la innovación por el temor al riesgo.

¿Es este un miedo nacional?
La filosofía de lanzarse y estar dispuesto a fracasar, haciendo todo lo posible para que eso no ocurra, no está bien vista en nuestro país. En los países anglosajones, casi se diría que alguien no tiene bagaje si no ha fracasado alguna vez. Aquí, da miedo que la gente se arriesgue. En las empresas, la gente que tiene ideas se las calla, no vaya a ser que se las encarguen. Quizá falten los procedimientos para canalizar las ideas, ponerles gestores, darles otras salidas.

¿Se puede controlar el riesgo?
Es imposible reducirlo a cero, pero se puede controlar y reducir. Hay factores y acontecimientos externos que no se pueden prever, pero sí puedes tomar medidas que aminoren el riesgo.

¿Sirve de algo el fracaso?
El fracaso es el mejor aprendizaje. Sirve para aprender a retarte a ti mismo y a tus proyectos y para pasar de ese enamoramiento de tu idea al pragmatismo. El fracaso es el mejor mentor: te enseña dónde has tenido tus errores y cómo evitarlos la próxima vez.

¿Comparte Cinfa sus errores y sus aciertos con los emprendedores de Impulso Emprendedor?
Por supuesto. Intentamos que lleguen al mercado con las mayores probabilidades de éxito y para ello les aportamos conocimientos, contactos internos, externos, proveedores, y visión de terceras personas. Procuramos transmitirles ideas positivas y también cuestiones que, para nosotros, han sido un aprendizaje duro. Ofrecemos nuestra experiencia con trucos que no están en los libros, intentado evitar que se den el golpe donde nosotros ya nos lo hemos dado. Lo cierto es que se aprende más de los errores que de los aciertos y, aunque no se escarmiente en camisa ajena, tratamos de allanarles sus caminos.

¿Reciben bien estos consejos?
Sí. Les hacemos pensar. No es tanto advertirles de lo que les puede pasar, sino que reflexionen sobre qué ocurriría si siguen determinadas vías.

¿Os hacen caso?
No están obligados a hacernos caso y tampoco nosotros tenemos el don de tener la razón. Podemos dar consejos que pueden desoír y que están perfectamente desoídos. Ellos no entran aquí para que les digamos cómo tiene que ser su empresa, sino para ser retados y, al final, sacar su modelo de negocio. A Impulso Emprendedor hay que venir a aceptar los retos y estar dispuesto a ser el más crítico con tu propia idea. Venir a Impulso Emprendedor no es ganar un premio. Es ganar una plaza en una escuela donde se va a sufrir y sudar la gota gorda.

¿Los consejos de una gran empresa valen para un pequeño equipo de emprendedores?
Sí, porque aprendemos cosas que son comunes y dentro de una gran compañía hay miles de pequeños proyectos emprendedores que se gestionan con ilusión emprendedora. La edad y el tamaño nos han permitido conocer muy bien el mercado. Tenemos una metodología y una experiencia que podemos compartir. Sabemos que una idea puede ser muy buena, pero que a quien tiene que gustarle es al cliente. A veces hay que modificar la idea para adaptarla al cliente. Otras, hay que buscar un cliente diferente.

¿Cómo valoráis vuestra participación en Impulso Emprendedor?
La experiencia es muy satisfactoria. A lo largo del proceso ves cómo van madurando las ideas, el plan de negocio, el sector al que se dirigen, los clientes… Ves la evolución y te sientes parte. Las personas emprendedoras son gente que le echa la pasión de quien asume todos los riesgos.

¿Tienen los emprendedores características comunes?
Sí, la ilusión de materializar una idea, la responsabilidad y la valentía. Hay que tener valentía para dejarlo todo, ponerte a trabajar por tu proyecto e involucrar tu patrimonio, el de amigos, potenciales socios… Les admiro.

¿Recuerdas alguna transformación asombrosa?
Ha habido muchas. Por mencionarte una, diré Blackbinder, un proyecto que ha desarrollado una aplicación lectora de partituras para tablet. Venían con una idea buenísima, pero se han dejado ayudar y ha sido el arquetipo de cómo debería ser un proyecto.

¿Qué factores valoráis a la hora de elegir un proyecto?
Buscamos que presente una novedad, que satisfaga una necesidad, que no esté en el mercado o, si lo está, no con ese enfoque. Y una vez que ya la idea te ha enamorado, lo siguiente sería preguntarse: ¿Esta gente va a ser capaz de llevarlo a cabo? ¿Están preparados, tienen vocación verdadera de ponerlo en marcha, son capaces de aterrizarla al suelo? ¿Tienen estructurado quiénes son sus clientes objetivos y canales de venta o qué financiación van a precisar? Se necesita mucho realismo. Valoramos que el germen de la idea sea innovador, que sean personas capaces de llevarlo a cabo y también intentamos detectar si están dispuestos a tener esa dosis de humildad de recibir ayuda. Hay que aceptar la crítica. Puedes aceptarla y tu proyecto saldrá más maduro y con más posibilidades de éxito, o no aceptarla y la crítica te llegará después.

¿Por qué Cinfa está en Impulso Emprendedor?
Sinceramente, porque CEIN le ha echado mucho entusiasmo y ha logrado contagiarnos. Y porque tenemos el convencimiento de que las grandes empresas no solo debemos generar empleo, sino también cumplir con la obligación empresarial y ética de acompañar proyectos. Estamos en una comunidad autónoma en la que hay desgravaciones fiscales, hemos recibido ayudas para I+D… Por lo tanto, también tenemos cierto deber con nuestra comunidad. Si quiero que mis hijos trabajen en esta comunidad, tendrá que haber tejido empresarial suficiente.

¿Cómo es la relación con CEIN?
Muy buena. Si no estuviera CEIN, este programa no sería hoy una realidad. Su equipo es absolutamente facilitador, está encima de los proyectos, forman, buscan apoyos externos, asesores… La iniciativa tiene contenido y CEIN enseña a los emprendedores a cribar sus propias ideas. Habría que darles más recursos.

¿Qué mejorarías dentro de Impulso Emprendedor?
Cuando acaba Impulso no habría que pensar en que todo termina, sino en seguir dándoles facilidades y oportunidades de salida en el momento más difícil, que es cuando salen al mercado. Si una vez que los proyectos llegaran a la meta tuvieran más acompañamiento por parte de Sodena y el Gobierno de Navarra, sería una verdadera demostración de que estaríamos dispuestos a cambiar nuestra cultura de éxito por una cultura de asunción de riesgo. Son proyectos en los que CEIN, empresas y emprendedores hemos dejado mucho tiempo y dinero. Dudo que haya una comunidad a la que le vaya bien que no esté llena de proyectos de emprendimiento y asunción de riesgos.

¿Animarías a otras empresas a formar parte de Impulso Emprendedor?
Sí. Si desean generar tejido empresarial y posibilidades de futuro a través de terceros, aquí está el hervidero desde donde va a salir todo.

¿Y qué mensaje le darías a un emprendedor para que se apuntara a Impulso Emprendedor?
Si tienes un proyecto, estás dispuesto a ser retado, pero también a recibir ayudas, meter muchas horas, darle vueltas a tu proyecto hasta el punto de reconvertirlo en un proyecto totalmente diferente si llegara el caso y tener la ambición de llevarlo al mercado y la humildad de dejarte ayudar, tienes a tu alcance los medios para hacerlo: Impulso Emprendedor. Impulso Emprendedor no es un premio, no es una convocatoria de ayudas. Es como si te eligieran para pasar por un monasterio de artes marciales y salir cinturón negro. Hay un proceso real de acompañamiento.

Cristina Ochoa

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