¿Emprendo?

Todo comienza con una pregunta: ¿doy el paso? La cuestión es “cuándo” y “bajo qué circunstancias” una persona (o grupo de ellas) se plantea esta alternativa.

La casuística es amplia, pero resulta evidente que el emprendimiento es una vía que va ganando terreno. Conforme nos hacemos el planteamiento de comenzar una actividad por nuestra cuenta se nos abren un conjunto de nuevas preguntas y temas a afrontar, y por qué no decirlo, ese “vértigo” hacia lo desconocido que tanto nos comentan los emprendedores.

Curiosamente, hay muchos casos en donde, cuando se nos plantea esa decisión, es probable que ya estamos inmersos en lo que llamamos “proceso de emprendimiento”. Que esa pregunta haya estado latente en nuestra cabeza y que por el camino hayamos empezado a realizar acciones tendentes a ir construyendo nuestro proyecto. Conversaciones con nuestro entorno, visitas a lugares que nos interesan para “ver qué hay” o “cómo lo hacen”, …

Es muy frecuente que identifiquemos el ser emprendedor con el hecho de formalizar jurídicamente una actividad económica, el famoso “darnos de alta”. La realidad es otra: mucho antes de ese momento ya hemos entrado en “modo emprendedor” y, una vez que pongamos en marcha una actividad, imperiosamente deberemos seguir con el “chip” emprendedor para el buen fin y mantenimiento de nuestra actividad. Pasa a ser una forma de vida.

Mucho se ha hablado y debatido sobre cuándo alguien tiene voluntad de emprender. Las motivaciones de cada persona son diferentes e intransferibles, pero hay un denominador común en todos los emprendedores que lanzan con éxito una nueva actividad: una actitud.

La forma en que se activa esa “posición emprendedora” es un misterio. Antes se decía que era algo innato, pero se ha demostrado una y otra vez que se puede llegar a emprender tras etapas más o menos largas de trabajo por cuenta ajena, o desde una voluntad no explicitada previamente hacia montar negocios.

Finalmente nos encontramos ante una catarsis personal que sucede en algún momento, cambio que puede desencadenarse por distintas causas. Esto implica creerte que vas a lanzar una idea al mercado, saber “por qué” lo hago y ponerte a ello activamente contra viento y marea. Mirar de frente tu situación y llegar a una conclusión: “Sí quiero”. Esto es fácil de escribir, pero los hechos muestran que son procesos personales que llevan su tiempo para que salgan a la luz y den frutos. Llegar a un punto en que emprender sea una decisión “irreversible” y profundamente interiorizada. Consciente.

Siendo este un tema de debate candente en la sociedad, cuando una persona nos traslada la “pregunta”, la respuesta es resbaladiza. La receta para un buen resultado debería incluir elementos como empezar por declarar el “sí quiero”.

Así, medirás el riesgo que estás en condiciones o dispuesto a asumir. ¿Te apasiona la actividad que estás pensando? Escucha y déjate aconsejar por verdaderos profesionales, pasa a la acción (pero con reflexión) y ve valorando cómo te sientes, cómo lo llevas. Rodéate de buena gente y compañeros de viaje y sobre todo, haz un ejercicio muy potente: empatiza y contacta con los que consideras que van a ser tus clientes.

Ponerse en el lugar de otra persona, profundizar en el problema que quiere solucionar y en qué medida tú, como emprendedor, podrías resolverlo. El “modo emprendedor” tiene mucho que ver con sintonizar una frecuencia: la de estar atento a las oportunidades y necesidades. Y la buena noticia es que esa sintonía emite buena música, es cuestión de escucharla.

El verdadero emprendimiento comienza en el momento que “activamos” el “modo emprendedor”, y desde luego antes de que “demos de alta” la actividad. Otro asunto es que este camino nos llevará antes o después a lanzar nuestro proyecto y nos exigirá formalizarlo legalmente.

Nos encontramos personas que quieren emprender pero todavía no han encontrado el proyecto adecuado, pero están plenamente implicados en buscar, en hablar con otra gente,… para hacer realidad su deseo. Ellos están en ese proceso emprendedor, en una etapa determinada del mismo. Están emprendiendo. También estará por el camino la idea, el proyecto que construyo y lanzo, hasta llegar a un modelo de negocio que sea sostenible en el tiempo.

Desde CEIN podemos orientarte y apoyarte con distintos servicios y programas a emprender con criterio, partiendo de cualquiera de las etapas que hemos venido exponiendo. Las ganas y la actitud te toca ponerlas a ti.

Emprender tiene relación con conjugar un conjunto de verbos: escuchar, convencer, observar, emocionar, testear, proponer, resistir, replantear, reflexionar, ganar y hacer ganar, osar, participar. Esta lista podría alargarse bajo un denominador común: ACTUAR. Esta forma de vida es la de personas propositivas y positivas.

¿Cuál es tu posición vital? ¿Quieres dar el paso o ya lo has dado sin saberlo?

P.D.: Agradecer el feedback y aportaciones de los participantes en la segunda edición del programa “Egües Emprende” para la elaboración de este post.

Fernando Baztán. CEIN

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