Finanzas ágiles en emprendimiento: entre el riesgo y la incertidumbre

El entorno se ha visto revolucionado por la pandemia y, en el apoyo al emprendimiento, surge un elemento central en cómo abordar la vertiente financiera, tanto de proyectos recién lanzados como en nuevas iniciativas que se plantean en este contexto.

Así, la gestión de los riesgos, la anticipación y adaptación en situaciones de incertidumbre y los esquemas ágiles en el campo de las finanzas se ven necesarios a la hora de enfocar el apoyo y soporte al emprendimiento.

En este marco se encuadra la formación que organizamos desde CEIN para el personal técnico de la Red Navarra de apoyo al Emprendimiento, en la que Javier García (de SENSUM Consulting) ofreció una sesión sobre las finanzas ágiles.

El primer punto que compartió gira entorno a diferenciar los conceptos de riesgo e incertidumbre. Al riesgo se le asigna una probabilidad, mientras no es posible hacerlo con la incertidumbre. Esto lleva a que la dificultad de gestionar la incertidumbre sea muy superior. En el ámbito de las finanzas, el futuro y el riesgo asociado se resuelven con garantías.

En el campo de la empresa ha predominado la gestión basada en el pasado, mientras que el contexto actual exige gestionar el futuro, mirar hacia adelante en un entorno de alta incertidumbre, para tomar decisiones a las cuales, como hemos visto, es muy complicado asignarles probabilidad. Aquí es donde entran las finanzas ágiles y su marco de actuación.

Esas finanzas ágiles parten de una serie de principios:

  • Si no tienes información sobre el impacto de decisiones a futuro, realiza acciones al menor coste posible para generarla.
  • No predecir el futuro, sino dividirlo en partes, porciones asumibles de incertidumbre. Se trata de crear “opciones financieras” y basar la actuación en decisiones marginales, no en grandes decisiones de largo plazo.
  • Tomar las decisiones y acciones asociadas a esas opciones cuando el proyecto o startup se lo pueda permitir, incluso fracasar en esa opción, y aprender.
  • Los modelos de negocio caducan, y cada vez a mayor velocidad. Por tanto, hay que renovarlos introduciendo procesos de no envejecimiento.

El “valor” de un proyecto es cada vez más los flujos de caja descontados en un contexto de riesgo. El valor hoy depende del futuro y, por tanto, es necesario gestionar la incertidumbre generando información a un coste asumible, con decisiones de corto plazo que nos ayuden a asignar recursos de la manera más eficiente posible.

 

Identificar las variables clave del modelo de negocio

 

Las finanzas ágiles buscan incorporar de la forma más rápida posible la nueva información que podamos generar a través de esas “opciones”, en esas decisiones que se van tomando. Con el foco centrado en la “caja”, en los flujos de efectivo que se generen ahora y en los esperados.

Cuando no es posible conocer el camino, debido a la incertidumbre, se trata de diversificar el riesgo pensando en términos marginales y estableciendo un modelo de gestión financiera flexible, un GPS financiero que se incardina en la estrategia del proyecto y ayuda a su despliegue. Cómo llegar del punto A al B (cuidado, ¡la estrategia no desaparece!) en base a etapas cortas y asumibles desde un punto de vista financiero.

Todo proyecto y startup basa su caja actual y futura en un rango de 10 a 15 variables fundamentales de su modelo de negocio. Para ello, el modelo que proponen las finanzas ágiles es identificar esas variables, parametrizarlas y conocer el impacto de la variación de cada una de ellas en la caja de la empresa. En ocasiones una variación de un 1% de una de las variables puede tener un gran efecto en nuestros flujos de efectivo y posición de caja.

Una vez disponemos de ese cuadro de control, en base a las “opciones financieras” tomadas, debemos alimentar con la nueva información financiera generada en esos pasos nuestro modelo parametrizado. Cuando termine un mes, introducir esa nueva información. Con ello dispondremos del valor actualizado de nuestro proyecto.

A más, con ese modelo parametrizado tenemos la posibilidad de plantear escenarios posibles, establecer supuestos de futuro y su impacto asociado o someter a nuestro proyecto a pruebas de estrés en base a preguntas “¿Qué pasaría si…?”. Una herramienta de toma de decisiones para nuevas “opciones financieras” a abrir.

En este ciclo de actualización de valor de los proyectos, cada etapa come parte del riesgo y genera valor. Nos permite gestionar la famosa incertidumbre.

 

Fernando Baztán. CEIN

 

Sin comentarios

Escribe un comentario

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER