Tecnicismos, sí. Tecnicismos, no

Un tecnicismo, según la definición del Diccionario de la lengua española (DRAE), es “Cada una de las voces técnicas empleadas en el lenguaje de un arte, de una ciencia, de un oficio, etc.”.

El etcétera incluye sin duda, desde hace ya años, la tecnología. Y los ámbitos tanto científico como tecnológico han evolucionado, y continúan evolucionando, a gran velocidad, lo que hace que aparezcan nuevos vocablos (neologismos) para nombrar realidades novedosas.

Si bien muchos tecnicismos se han incorporado de forma natural al lenguaje común, estamos ante palabras con un significado específico que se manejan en determinados ámbitos de actividad profesional. Y que, en muchas ocasiones, surgen de la necesidad de referirnos a nuevos elementos, conceptos, fenómenos, etc.

Las empresas que desarrollan su actividad en los Viveros de Innovación de CEIN se definen por su carácter innovador y operan en sectores científico-tecnológicos como la biotecnología, la industria avanzada o la agroalimentación, entre otros. Unas áreas de actividad muy especializadas que implican el uso de un lenguaje técnico, complicado de entender si no se tienen conocimientos en ellas.

En el ámbito profesional (reuniones, presentaciones…) la utilización de tecnicismos es necesaria y conveniente, siempre que la interlocución se produzca entre personas que conocen y dominan la terminología. Porque, además, valga la redundancia, ese uso aportará profesionalidad.

Pero a la hora de comunicarse con un público más amplio, es conveniente “traducir” las palabras técnicas a un léxico comprensible. Utilizar ejemplos que nos acerquen a realidades más o menos cotidianas, exponer visualmente el proceso de desarrollo o producción, o mostrar aplicaciones prácticas puede ayudar al objetivo, que no es otro que conseguir que nos entiendan.

María Jesús Bernal. CEIN

 

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